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¿Tolerancia?

Twitter: @SolusLupusNews

14 de junio de 2019

Me levanté esta mañana y veo las opiniones diversas que han habido sobre el concurso de Miss Universe Puerto Rico. Me he quedado sorprendido ante la gran hipocresía del pueblo de Puerto Rico, debido a que la seleccionada como ganadora del concurso Miss Toa Baja, no es de origen puertorriqueño. Han dicho que es importada, qué es “la gringa”, que no nos representa como puertorriqueños. Pero ¿qué es ser puertorriqueño? ¿Qué nos define como pueblo? ¿Qué nos representa? Para poder analizar estas reacciones, tenemos que primero evaluar, de dónde viene este falso sentimiento patrio que sienten los puertorriqueños.

Primero debo aclarar que no soy fanático de los concursos de belleza, no ví el concurso, y aunque creo en “la paz mundíal”, no creo que ninguno de estos concursos de belleza, en nada ayuden a la sociedad, sino por el contrario, fomentan estereotipos erroneos de lo que es la belleza y de que debe esperarse de la mujer y que no.

Aclarado esto, debo decir que como pueblo, el puertorriqueño vive en esta burbuja de complejo de inferioridad que nos hace constantemente reclamar quien es o no puertorriqueño, como si con identificar a un posible puertorriqueño, nos hiciera mejores o peores personas y pudiesemos subsanar las deficiencias que en otros renglones tenemos como pueblo. Es una necesidad patológica de querer meterse en la vida de los demás y reclamar como suyo, la nacionalidad de alguien que ni siquiera sabe que existimos o si lo sabe, le importa poco.

Este sindrome de acomplejamiento, nos hace reclamar a un Luis Miguel como boricua, cuando él mismo ha dicho que no lo es. Solo por accidente y de paso por la isla, su madre lo parió aquí, pero toda su vida la hizo en Mexico. Este mismo complejo hizo que los puertorriqueños se volcaran en repudio, cuando Irene Cara dijo publicamente que no se sentia puertorriqueña en los 70s. Ella que es de padre puertorriqueño y madre cubano-americana, sufrió el desprecio de los puertorriqueños solo por expresarlo. Ejemplos como Marc Anthony, que nació en New York, que toda su vida la ha hecho fuera de Puerto Rico, los puertorriqueños lo han adoptado y él inteligentemente, lo ha capitalizado. Una Jenniffer López igualmente, que nacida en New York, nunca pisó en su vida la isla. Un Benicio del Toro igualmente, o un Joseph Acabá, astronauta de ascendencia boricua. Así podemos ver otros ejemplos, como los jugadores del Baloncesto del quinteto nacional o del BSN, o de los equipos nacionales de diferentes deportes, muchos de ellos ni son boricuas o no hablan español, pero aquí los aplauden como si fueran nacidos en esta isla. O tomemos el caso de Tony Croato, sin ninguna ascendencia boricua, pero llegó a Puerto Rico muy joven, se enamoró de Puerto Rico y se autoproclamaba puertorriqueño y aquí NADIE se atrevería a aseverar que no lo era o no tenía derecho a sentirse así.

Entonces que pasa; que la puertorriqueñidad es algo que es cuestión de la percepción, de como se sienta el individuo, de como lo vea o manifieste su orgullo patrio. No es que si la gente piense o no que lo sea. Aquí nadie tiene el derecho a decirle a otro si es puertorriqueño o no. Si la persona así se siente, bien por él o ella. Si no lo siente, igualmente. Pero este complejo que como pueblo tenemos arraigado desde nuestro DNA de que tenemos derecho a denominar y secuestrar a quienes creamos o no puertorriqueños, tiene que parar. Nos hace ver inseguros, acomplejados y BIEN PENDEJOS.

¿Qué define quien o no es puertorriqueño, es algo que lo determina el individuo que quiere o no sentirse así. Ni usted o yo tenemos derecho a abrogarnos ese derecho. Si la nueva Miss Puerto Rico Universe se siente puertorriqueña y quiere representar a Toa Baja, tiene el mismo derecho que un Marc Anthony de ir por el mundo y denominarse boricua cuando canta “Presiosa” y abrazarse con la bandera de Puerto Rico.

Igualmente los “patriotas” y puritanos de nuestra “raza”, dicen y cantan que seriamos boricuas aunque neciesemos en la luna; celebran a la mal llamada diaspora boricua en New York por enaltecer la cultura e identidad nacional de personas de tercera o cuarta generación nacidos y criados en New York, pero a una muchacha que nació en Florida de padres boricuas, la atacan sin misericordia. No importa cuanto gritemos al mundo que somos un pueblo tolerante e inclusivo y que critica a Tata Charbonier y a Ricky Rosselló por su proyecto que fomenta el discrimen, cuando ocurre lo de anoche en el Miss Puerto Rico Universe, y bapuleamos a una femina sin misericordia, todo porque no tenemos la tolerancia que 24 horas antes le exigiamos a otros. No seamos acomplejados e intolerantes. Determinar quien es o no puertorriqueño, no nos toca a nosotros.

Twitter: @SolusLupusNews

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